Salud pública

Opinión | Construyendo la confianza del sector salud: Un desafío compartido

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Esta columna fue escrita por Mario Ramírez, director general de Weber Shandwick Colombia, para Valora Analitik

A pesar de los grandes avances de la medicina moderna, las personas siguen perdiendo la confianza en los sistemas de salud pública, poniendo en tela de juicio los valores y principios de funcionarios e instituciones; según una encuesta realizada por el Invamer, el 61 % de los colombianos considera que la calidad del cubrimiento del sector salud en Colombia está empeorando, mientras que la encuesta más reciente del Ministerio de Salud confirma que el 82,6% recomendaría su EPS a su círculo cercano.

Esta falta de credibilidad y polarización entre los nacionales aumenta el riesgo de procesos propios del sector como la adecuada financiación, la contratación y retención de talentos, y la adopción de mejores prácticas para el beneficio de la salud pública. En este sentido, es de vital importancia que los actores involucrados en el sistema de salud pública unan sus esfuerzos para recuperar la confianza de sus beneficiarios.

Esta disminución de la fiabilidad en la salud pública proviene de un contexto mucho más profundo que las actitudes o posturas hacia la atención médica. En el fondo, las tendencias políticas, económicas, sociales y de comunicación determinan el flujo de esta dinámica que varía en distintas partes del mundo. Si revisamos la historia, específicamente los años setenta, encontramos el nacimiento de la política de identidad como consecuencia de la elección de candidatos en función de su carácter mas no por sus ideologías o partidos.

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Por otro lado, encontramos las desigualdades económicas y oleadas de inmigrantes en los países occidentales que dieron paso al auge del populismo, y con este a una evidente polarización política que deja a la vista las diferencias culturales y morales entre los votantes. Mientras tanto en Estados Unidos, la clase trabajadora que antes era considerada como diligente y productiva era víctima de un cambio reputacional pasando a ser vista como pobre e insignificante socialmente; esto creo actitudes antielitistas entre la misma clase.

Todas estas tendencias – la política de identidad, el auge del populismo y el antielitismo – se han combinado durante el último medio siglo para debilitar la credibilidad de las instituciones, incluidas las prestadoras del servicio de salud. No obstante, no hay que desconocer que la medicina y la asistencia en salud han progresado significativamente en algunos países; en Colombia, según Invamer, el panorama reputacional para las demás instituciones de gobierno no es diferente al del sector salud, pues el 67 % de los colombianos manifiesta que la situación en el país está empeorando, lo cual pone en riesgo la confianza en las entidades encargadas de administrar el país.

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Los sistemas de salud son un tema que adquiere cada vez más relevancia en el mundo. Imagen: Freepik.es

Por otra parte, entre más desigualdad socioeconómica tenga una sociedad, mayor es la crisis de credibilidad en los funcionarios del sistema de salud. El lugar en el que viven los ciudadanos influye de manera significativa en el nivel de confianza que tienen en los profesionales e instituciones de salud.

Al contrario de lo que se pensaría comúnmente, los países de ingresos altos son los que manifiestan mayor indecisión, y por lo tanto menor confianza, respecto a cuestiones que tengan que ver con el sistema de salud. Para ilustrar lo anterior, tenemos el caso de Francia como uno de los países con índice de indecisión ante las vacunas más alto del mundo, una de cada tres personas no piensa que sean seguras, en contraste con Bangladesh y Ruanda donde hay un acuerdo casi universal de su población sobre la seguridad y efectividad de las vacunas.

Ahora bien, ¿qué pasa en Colombia? El artículo “Necesitamos volver a creer: Confianza institucional como apremiante tarea del nuevo gobierno” publicado por la Universidad de Los Andes, para 2022 ninguna de las ramas del poder público supera el 35 % de favorabilidad y los órganos de control no alcanzan el 40 %. Esta es una característica común en países emergentes, en los que los nacionales perciben distantes a las instituciones y están en contacto con un ambiente plagado de noticias negativas e incluso fatalistas sobre estas organizaciones públicas.

Todos estos factores existen desde mucho antes de la pandemia por COVID-19, la cual llegó para demostrarnos, desde el primer momento, que las instituciones sanitarias mundiales no tenían la capacidad de responder adecuadamente a una emergencia de esta índole. Esta coyuntura resaltó la importancia de la salud pública y planteó uno de tantos interrogantes: ¿Esta pandemia será la motivación para que la atención sanitaria universal tenga los cambios positivos que necesita, como lo hizo la pandemia por influenza en 1918?

Sin lugar a duda, las tendencias sociopolíticas actuales y la experiencia de los ciudadanos con el sistema de salud en sus comunidades, desempeñan un papel importante en el grado de credibilidad que las personas tienen en el sistema público de salud. Lo mismo ocurre con desempeño de estas entidades. Hay varios esfuerzos en marcha para mejorar las instituciones, incluidas las principales organizaciones multilaterales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las agencias nacionales estadounidenses como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).

Puntualmente en el caso de Colombia, uno de los esfuerzos por parte del Gobierno Nacional para recuperar la confianza de los colombianos es su alianza desde el Ministerio de Salud y Protección Social con la Organización Panamericana de la Salud para la creación del Atlas Nacional de Equidad en Salud Sostenible (ANESS). Este proyecto no solo recopila y analiza información sobre la situación de salubridad en el país, sino también es una muestra de los esfuerzos del gobierno nacional para combatir esta desigualdad y recuperar la confianza de los colombianos.

En pocas palabras, todos los actores interesados en la salud pública tienen la responsabilidad de cooperar para encontrar los mecanismos y prácticas que les permitan afrontar la difícil tarea de establecerse como una autoridad moral en un contexto en el que los ciudadanos perciben sus actividades como artimañas que tienen un propósito egoísta y no colectivo.

Así mismo, es de vital importancia que se le facilite el acceso al tratamiento y la equidad en la atención en salud a todos los individuos de una comunidad con una atención digna, receptiva y transparente que impulsará la construcción de la credibilidad en los sistemas de salud públicos.

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