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¿Tiene futuro el impuesto global a las multinacionales?

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Estados Unidos, países europeos, el G20 y la Ocde están en diálogos exploratorios para revisar la implementación de un impuesto global a las multinacionales, que trazaría una tasa única internacional para las empresas que tienen negocios en diferentes geografías.

La idea fue introducida por la secretaria del Tesoro de la Casa Blanca, Yanet Yellen, y a esta se han sumado países como Alemania y Francia. Estas naciones lideran los esfuerzos para articular el diálogo entre los actores mundiales que tendrían incidencia en la decisión.

Yellen habla de un impuesto del 15 %, mientras que en Europa se ha mencionado que podría estimarse en 21 %. Si hay voluntad política y los gobernantes se articulan, además, con instancias como la Organización Internacional del Comercio, se lograría tener una tasa única global para las multinacionales.

Actualmente existe un fenómeno en el que hay compañías que cambian el territorio en el que registran su sede principal como un camino para reducir los impuestos que deben cancelar, debido a que cada Gobierno tiene gravámenes diferentes, algunos más bajos que otros.

César Ferrari, profesor de economía internacional de la Universidad Javeriana, asegura que con un impuesto global a las multinacionales “desaparecerían las motivaciones de que unas empresas se ubiquen en otros países buscando una menor tributación. Se evitaría la competencia para ver quién tiene más o menos impuestos”.

Hay zonas como Bahamas, Irlanda y las Islas Vírgenes, por mencionar algunas, que son atractivas para las firmas internacionales por el bajo porcentaje de sus tributos. En otros términos: no es lo mismo pagar tasas en Estados Unidos o Alemania que en una isla del Caribe.

No obstante, encontrar la solución a la evasión global de impuestos tiene retos como acordar una tasa única, coordinar directrices globales para el cobro y, lo que puede ser más retador: determinar quién recolectará el dinero.

Hay que conciliar si la tarifa se va a recaudar en el país donde está registrada la multinacional o en los territorios en los que esta tiene negocios. Es decir: si se hace una distribución del dinero dependiendo de las ventas que obtengan las empresas en los lugares en los que han desplegado sus operaciones”, explica Luis Fernando Ramírez, experto en política fiscal de la Universidad Sergio Arboleda.

Ramírez apunta que la concertación de la tasa podría hacerse teniendo como referencia los impuestos corporativos que cobran los países de la Ocde. Ya las potencias han trazado un rango que va del 15 % al 21 %, pero esos números son apenas una línea de trabajo.

El Tesoro considera que “la arquitectura fiscal internacional debe estabilizarse, el campo de juego global debe ser justo y debemos crear un entorno en el que los países trabajen juntos para mantener nuestras bases impositivas y garantizar que el sistema fiscal global sea equitativo”.

Con esas pinceladas, comienza a trazarse el impuesto global a las multinacionales, un gravamen internacional que dependerá de la voluntad política y las negociaciones de los países más poderosos.

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